VIDEO de la Conferencia VIVIR EL PRESENTE
Conferencia realizada el Lunes 29 de Septiembre de 2014 en NaturCoach, Madrid, España. Presentación del Taller Vivir el Presente. Más info sobre esta y otras actividades en www,serquiensoy.com
Conferencia realizada el Lunes 29 de Septiembre de 2014 en NaturCoach, Madrid, España. Presentación del Taller Vivir el Presente. Más info sobre esta y otras actividades en www,serquiensoy.com
Conferencia La Paz de la Unidad
Conferencia realizada el Jueves 31 de Julio de 2014 en Ecocentro, Madrid, España. Presentación del Retiro La Paz de la Unidad del 15 al 17 de Agosto en La Hospedería del Silencio, Cáceres. Inspirado en las enseñanzas de Un Curso de Milagros, Ho’oponopono, Vedanta Advaita y la No-dualidad.
Link de YouTube:
Conferencia Sentirse en paz con la Vida
Conferencia realizada el Miércoles 30 de Julio de 2014 en Ecocentro, Madrid, España. Presentación del Retiro La Paz de la Unidad del 15 al 17 de Agosto en La Hospedería del Silencio, Cáceres. Inspirado en las enseñanzas de Un Curso de Milagros, Ho’oponopono, Vedanta Advaita y la No-dualidad.
Todos nuestros miedos proceden en última instancia de nuestro miedo a la muerte, a dejar de existir, tomen la forma o el contexto que tomen. Miedo a quedarnos sin dinero, sin casa, sin comida: todo ello nos lleva finalmente al miedo a la muerte, a que nuestro cuerpo muera, y tenemos miedo de que esto ocurra porque pensamos que entonces dejaremos de existir. Miedo a quedarnos sin pareja, sin familia, sin amigos, sin trabajo o a perder nuestro status social y económico, etc. Todo esto tan sólo refleja nuestro miedo a no ser reconocidos, valorados y queridos por otros. Miedo a que nuestra existencia deje de ser reconocida: de nuevo, miedo a dejar de existir.
Para hacerle frente a este miedo, a esta amenaza la cual consideramos real o por lo menos potencialmente real en cada instante, construimos todas nuestras defensas, nuestras preocupaciones y nuestras acciones de cara a garantizar que nuestro futuro, nuestra vida, se encuentre bien protegida de cara a la adversidad. Orientamos todos nuestros esfuerzos, pensamientos y acciones a garantizar nuestra seguridad frente a un futuro incierto y en el cual la amenaza de que todas nuestras necesidades existenciales y vitales puedan no estar cubiertas puede hacer acto de presencia en cualquier momento, a no ser que hagamos todo lo posible por evitarlo. Y de lo único de lo que nos estamos defendiendo, en realidad, es de ese miedo a la muerte y a dejar de existir al cual únicamente nosotros le estamos dando la aparente sensación de realidad, sin darnos cuenta de que no es más que una fantasía producida y potenciada por nuestras mentes.
Todo miedo es una ilusión porque se construye en base a pensamientos y fantasías sobre un suceso, situación o acontecimiento futuro que en este mismo instante no está sucediéndose, y que probablemente nunca se suceda. No podemos saber si aquello que tanto nos preocupa o angustia que suceda realmente conseguirá acabar con la vida de nuestros cuerpos, o si será, como en tantas otras ocasiones, únicamente una nueva etapa en nuestras vidas y una nueva oportunidad de aprendizaje, autoconocimiento y expansión frente a nuestras supuestas limitaciones. Nunca sabremos realmente si dejaremos o no de existir cuando nuestro cuerpo muera hasta que no suceda tal experiencia. Por lo que temerla y especular sobre lo que pueda o no sucederse no es más que una especulación fantasiosa, una creencia, una ilusión.
Qué ocurriría si en este mismo instante nos dijesen que vamos a morir dentro de 1 mes, o de 1 semana, o de 1 día, o de una hora, o incluso dentro de 5 minutos, y que no podemos hacer absolutamente nada para evitarlo? Si en ese instante pudiésemos aceptarlo plenamente y por lo tanto soltásemos todas nuestras preocupaciones por un futuro que ya no existe para nosotros, nos abriríamos de inmediato a una experiencia de paz, liberación y dicha infinitas. Nada sobre lo que preocuparte, nada por lo que esforzarte, nada que hacer, nada sobre lo que pensar ni especular, nada que planificar… Puedes imaginarte una experiencia así?
Sin embargo no tenemos porqué esperar a la muerte de nuestros cuerpos o al fin del mundo para tener dicha experiencia. Se trata simplemente de soltar nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nuestros juicios sobre lo que la vida es y lo que nosotros somos, para abrirnos a conocer nuestra realidad interna y siempre existente, tal y como ésta es, aquí y ahora. Todos esos miedos y preocupaciones siempre están ligadas y son proyectadas sobre el cuerpo y al mundo material, y a la supervivencia de los mismos, debido a nuestra identificación con la materia, con lo limitado y lo impermanente. Y debido a esa identificación con lo cambiante y lo que puede desaparecer, todos nuestros miedos se derivan y se dirigen en definitiva hacia nuestro miedo a la muerte física, la cual identificamos con nuestra muerte existencial y absoluta.
Para muchos de nosotros esa supuesta noticia sobre nuestra cercana muerte podría convertirse en un estímulo catalizador de una experiencia sublime de paz profunda y liberación de nuestras supuestas y habituales ataduras, limitaciones y preocupaciones. Sin embargo, para otros, podría convertirse en un estímulo que catalice una intensa experiencia de miedo, pánico, dolor y frustración, y no tanto en una experiencia de paz y felicidad profundas y auténticas debido a nuestra decisión de vernos libres de toda preocupación, miedo y angustia. Y sin embargo, todo ese dolor que pueda aflorar en ese mismo instante, todo ese dolor contra el que venimos luchando a lo largo de nuestras vidas, tratando de evitarlo o taparlo a toda costa, en ese momento es la puerta que necesitamos cruzar para acceder a toda esa paz y esa felicidad que nos está esperando detrás.
Todo ese miedo y dolor que podrían aflorar son precisamente el resultado de nuestras falsas identificaciones y limitaciones auto-impuestas, y gracias a su emergencia en nuestra conciencia tenemos la oportunidad de verlos, de abrazarlos y de liberarnos de los mismos, soltándolos: esto es, dejando de darles todo el poder a través de nuestra creencia en la realidad de los mismos. Y todo ese miedo y ese dolor son los obstáculos que creemos que existen dentro de nosotros de cara a la experiencia de la paz, el amor y la felicidad sin límites que en realidad caracterizan a nuestra vida y a nuestro Ser, incondicionalmente.
Si somos capaces en ese momento, o en esos momentos, de observar, acoger, abrazar y atravesar todo ese dolor, todo ese miedo, sin juicio ni resistencia hacia el mismo, podremos descubrir de manera inevitable la inmensa paz, la felicidad y la plenitud inmanentes en nuestra existencia y en nuestro puro estado de ser. En ese instante, abrazar y atravesar sin miedo todo ese dolor, todo ese pánico, desde el mas profundo amor y la entrega y aceptación más incondicionales se convierte en la puerta, en el camino, a la experiencia de la perfecta felicidad que ya existe en nuestras vidas, y que la Vida Es, pero que no nos permitimos experimentar y sentir, pasándola por alto, ocultandola, tras nuestros miedos, juicios e identificaciones.
Como dijo Jesús según el Nuevo Testamento: «No resistáis al mal». Pues es sólo nuestro juicio lo que juzga algo como la muerte física o cualquier otra experiencia cotidiana como «malo», «negativo» o doloroso. Y sólo entregándonos a permanecer en paz frente a dicha experiencia, frente a todo cuanto sentimos o pensamos, y frente a todo cuanto nos ocurre, podremos descubrir que tal «mal» tan sólo era una fantasía, un producto de nuestra imaginación, una ilusión en nuestra conciencia. Y descubriremos y experimentaremos la Paz, la Dicha y el Amor omnipresentes en nuestro interior, en nuestras vidas, en todo momento y en todo lugar. Y que nosotros somos, siempre, esa Existencia y esa Consciencia auto-existente, omni-existente, siempre-existente, que nunca puede verse amenazada y que nunca ha dejado ni dejará de existir. Como ese Sol que sigue brillando, siempre, incondicionalmente, pese a que las nubes(pensamientos, creencias y miedos) de nuestra conciencia se interpongan momentáneamente entre nosotros y Él: nuestro Ser eterno, nuestra verdadera naturaleza, nuestra esencia y la esencia de todas las cosas: La Eternidad.
Escrito y publicado el viernes 17 de Octubre de 2014 en Madrid, España.
¿Qué se necesita para ser uno mismo? Realmente… nada. ¡Pues es algo imposible no ser uno mismo! Todo el tiempo estás siendo tú mismo. Constantemente estás siendo quien eres. Y no existe ningún momento en el que dejes de SER, en el que dejes de existir, en el cual dejes de ser Vida en estado puro. El único problema aquí, y no es más que una falsa apariencia, es creer que eres algo distinto a lo que realmente eres. Creer que a parte de tu mera existencia intemporal, perfecta y plena, existe algo limitado, carente e imperfecto con lo que tú te identificas y cuya existencia, cuya vida puede verse amenazada en cualquier instante.
Si crees con vehemencia que te falta algo o que te puede faltar algo, sea plenitud, felicidad, paz, amor, abundancia, fuerza, energía o la vida misma, experimentarás los efectos de esos pensamientos o creencias, no en un futuro, sino de forma inmediata. Y no necesariamente a nivel externo, sino internamente. Sentirás la aparente ausencia de ese estado o de aquello que crees que te falta: amor, paz, felicidad, abundancia, etc.
A esto es a lo que llamamos miedo. Miedo a no ser feliz, a que el amor se vaya, a que la paz desaparezca, a que la abundancia se torne en carencia, etc. Y todo miedo es, en última instancia, miedo a la muerte, a dejar de existir. Es esa idea repetitiva y que parece adoptar muchas formas, contextos y circunstancias en nuestra mente, de que en cualquier momento podríamos dejar de existir, de estar vivos. De que la VIDA podría “morir”.
Ahora bien, ¿qué ocurre si, cuando sientes miedo o cualquier otra emoción, simplemente tomas consciencia de lo que sientes y de lo que piensas, y aprovechas para tomar consciencia de que al mismo tiempo sigues existiendo, parándote a ser consciente y a sentir tu propia existencia? ¿Acaso en algún momento, mientras fantaseabas con la posibilidad de “morir”, de que algo te falte, de dejar de existir, dejaste realmente de estar vivo? “Pienso, luego existo”. Me paro a tomar consciencia de que estoy pensando y de que al mismo tiempo sigo existiendo, sigo vivo. Me abro a sentir mi EXISTENCIA. Me abro a seguir sintiendo lo que soy y quien soy realmente, en estado puro, detrás de todos mis pensamientos, emociones y creencias. Me permito volver a estar presente y a sentir mi PRESENCIA. “Siento… ¡luego existo!”
Si “Ser o no ser” es la cuestión y el problema que nos planteamos una y otra vez, pero si nunca podemos dejar de Ser y de existir, por mucho que fantaseemos sobre ello, entonces SER es siempre la solución y la respuesta a dicha cuestión. Sigue sintiéndote. Sigue sintiendo que eres, quien eres y lo que eres. Y descubrirás que siempre eres esa Consciencia Pura, ese Ser, esa Presencia, en la cual el Amor, la Paz, la Felicidad y la Plenitud nunca han dejado ni dejan de existir. ¡Incluso cuando fantaseas sobre la posible ausencia de esos estados, están presentes en tu consciencia, pues los piensas! Tan sólo es cuestión de pararte y abrirte a sentirlos, mientras piensas en ellos.
El miedo a la muerte, la ausencia o la carencia es una ilusión, una fantasía. Siempre estamos vivos, plenos y perfectos. Siempre SOMOS.
Artículo publicado en la Revista VERDEMENTE de Septiembre de 2014, Madrid.
(Artículo publicado en la Revista ESPACIO HUMANO nº183, Marzo 2014)
Ese Amor, esa Paz, esa Plenitud que tanto anhelas, ya se encuentran en ti. Tan sólo con que te aceptases plena e incondicionalmente y te permitieses contemplarte a ti mismo tal y cómo realmente eres, permitiéndote ser y sentir quien realmente eres, sin juicio alguno en tu mente, no existiría en ti ninguna duda acerca de la plenitud que eres. No se trata de pensarlo o imaginarlo, sino simplemente de abrirse a sentirlo, a sentirte, plenamente, sin juicios.
Tan sólo con que te permitieses Ser quien eres en este instante experimentarías que todo cuanto realmente eres ya es perfecto. Comprenderías que ya gozas de una plenitud que no puede verse amenazada o alterada en lo más mínimo por nada que ocurra en tu vida, en tu mente o en tu cuerpo. Si tan sólo eligieses estar en paz contigo mismo en este instante, cada instante de tu vida se revelaría ante ti con una paz tan profunda y plena que ningún pensamiento de miedo o de conflicto podría alterarla en lo más mínimo. Si tan sólo escogieses amarte a ti mismo incondicionalmente, no existiría condición, ni circunstancia, ni acontecimiento alguno que pudiese arrebatarte o condicionar en lo más mínimo la experiencia del Amor que estás buscando.
La experiencia de esa Paz, de ese Amor, de esa Felicidad que ya mora en tu interior está siempre a tu alcance más inmediato. Está ocurriendo en este mismo instante, en cada instante. Es únicamente en tu consciencia donde parece no ser así. Esto parece ser así únicamente porque tú mismo has elegido mantenerte a ti mismo separado de esa experiencia en tu propia consciencia. Has pensado e imaginado ser tan sólo una limitación, una experiencia limitada y condicionada, de esa Paz que mora en ti y que siempre eres.
Eres tú quien se está haciendo todo eso a sí mismo, manteniéndote separado de la Paz y del Amor que es tu Fuente y tu única realidad. Nada en absoluto, ninguna de tus creencias, pensamientos o emociones, ninguna de tus experiencias en la vida, ni aquello que crees acerca de tu pasado, de tu presente o de tu futuro, de ti mismo o de los demás, de la vida o del mundo, puede separarte en lo más mínimo de la auténtica naturaleza de tu Ser: pura Dicha, Amor perfecto y Paz inalterable. Más cuando crees que tu plenitud se encuentra en algún momento o lugar distante en el tiempo y en el espacio y alejada de ti en este instante, experimentas ese estado de separación como si fuera real. Pero toda esa experiencia tan solo parece tener lugar debido a un simple juicio que albergas en tu mente, a veces tan imperceptible y sutil para ti que lo pasas por alto.
Se trata del juicio de que eres indigno de toda la paz, el amor y la felicidad que tu mente es capaz de imaginar en este instante. Más si tu mente es capaz de imaginar esa experiencia en este instante y de pensar en la posibilidad de que ese estado de absoluta dicha y plenitud exista es porque ese estado ya se encuentra de alguna forma presente en ti y en tu consciencia. Aunque parezca que se encuentra en tu mente tan sólo como una posibilidad y no como un hecho, si pudieses aceptar esa posibilidad como algo real y abrirte a la experiencia de esa posibilidad, aquí y ahora, no tendrías dudas acerca de su existencia en este mismo instante.
Las posibles experiencias parecen ser infinitas, pero si observas lo que sientes con total honestidad en cualquier momento dado, te darás cuenta de que solo existen dos posibilidades, dos experiencias: una de plenitud, de dicha, de paz, de amor; y otra de conflicto, de miedo, de dolor o de carencia. Eres tú, en cada instante, quien está eligiendo cuál de esas dos experiencias tener. Cada una dependerá de cómo te estés juzgando a ti mismo y de lo que pienses que eres digno.
No importa lo que estés experimentando como efecto de esos juicios que albergas, ya sea miedo, sea dolor, sea culpabilidad o cualquier clase de malestar mental, emocional o físico. No te juzgues a ti mismo de nuevo por haberte juzgado erróneamente, ni luches contra aquello que sientes y experimentas, pues aquello que sientes te ofrece la oportunidad de darte cuenta de cómo has elegido verte a ti mismo. Escucha y atiende lo que sientes en paz, y así podrás sentir esa paz que sigue estando presente en cada instante. Dándote esa paz a ti mismo, sea lo que sea que sientas o pienses, estarás deshaciendo el error de raíz.
Todo cuanto contemplas y percibes es un reflejo de tus propios pensamientos. Si percibes que algo o alguien te está arrebatando esa paz que anhelas o que está provocando que experimentes su ausencia o que experimentes conflicto, es únicamente porque te has juzgado a ti mismo de antemano como carente e indigno de esa paz. Si experimentas dolor porque percibes que alguien no está siendo amoroso contigo es únicamente porque tú has decidido verte a ti mismo como carente de amor.
Si puedes darte cuenta de la necesidad que estás proyectando en el otro y de cuya satisfacción haces al otro responsable, dándote cuenta de que eres únicamente tú quien está eligiendo sentirse así, podrás tomar consciencia de aquello que te has negado. Si puedes abrirte a amarte incondicionalmente en cada instante, sientas lo que sientas, te estarás abriendo a deshacerte de todas las condiciones que le has puesto a la experiencia de esa paz, o de ese amor, o de esa felicidad que anhelas sentir y de cuya presencia o ausencia haces responsables a los demás.
Este cambio de percepción con respecto a ti mismo conlleva que todos los juicios que albergabas sobre la otra persona o sobre la situación, cuando pensabas que no te estaba brindando paz o amor, sean intercambiados de manera natural por ese amor que ahora sí te estás abriendo a darte a ti mismo y por lo tanto a sentir plenamente. Desde ese amor al que te vuelves plenamente receptivo podrás contemplar amorosamente todo cuanto te rodea y así enseñarle al otro, mediante el ejemplo, esa misma lección que tú te has abierto a aprender: que todo cuanto deseas alcanzar ya se encuentra en ti.
Desde ese amor y esa plenitud no sólo estarás sanándote y liberándote a ti mismo de toda limitación y carencia, sino también a los demás, al compartir tu percepción de tu propia plenitud y de la suya con ellos. Pues sólo estando en paz con el otro tal y como es podrás estar en paz contigo mismo tal y como eres, y viceversa.
Contempla todo cuanto veas desde esa paz, desde ese amor al que te vuelves totalmente receptivo, reconociendo en cada instante que eso es todo cuanto deseas experimentar y liberando a dicha experiencia de cualquier obstáculo o condición que hayas querido imponerle. Y viendo en el otro ese mismo amor sin condiciones y esa paz inalterable y abriéndote a contemplarte y a contemplarlo todo sin juicio ni limitación alguna, podrás ser cada vez más consciente de que ese amor ya está en ti y en todo cuanto contemplas.
Todo ataque, todo miedo y todo sufrimiento no es más que una petición de amor y la expresión y el resultado de haber negado que la experiencia de ese amor sea posible, aquí y ahora. Por lo tanto nuestra única función es poder abrirnos a contemplar toda situación y toda experiencia, sea en el otro o sea en mí, desde los ojos del amor y de la paz, recordando que el amor es nuestro único propósito y que ninguna condición ni ninguna circunstancia pueden amenazar su presencia.
Jorge Pablo Pérez
Artículo publicado en la Revista ESPACIO HUMANO nº183, Marzo 2014, Madrid.