Descubre tu Verdadero Propósito

Nuestra mente parece estar siempre en constante parloteo, rumiando, pensando y proyectándose en todas direcciones, salvo permanecer simplemente en el instante presente. Y esto muy a menudo nos disgusta, nos frustra. Y más aún cuando nos consideramos a nosotros mismos como grandes(o pequeños) meditadores o fervientes devotos de un camino espiritual o de crecimiento interior. Sin embargo, perder la paz-iencia y entrar en una mayor tensión por descubrirnos a nosotros mismos ya en tensión, no parece ser el mejor remedio para encontrar esa paz que tanto anhelamos. Pues, ¿cuál es el propósito de alcanzar un cierto grado(o un grado total) de quietud mental y de silencio interior? Cada cual parecerá tener su propio objetivo. Y puede ponerle el nombre que quiera, y existen muchos, pero en el fondo se trata de una simple experiencia. Siempre la misma experiencia.

¿Qué propósito tiene acallar mi mente y sus pensamientos? ¿Qué propósito tiene vivir únicamente en el instante presente? ¿Qué propósito tienen todas las prácticas, técnicas y rituales a los que nos sometemos o nos hemos sometido a lo largo de nuestras vidas y/o caminos espirituales? Llámalo Paz Interior, Amor, Felicidad o Gozo Supremo, Plenitud, Realización, Abundancia, Iluminación, Dios o Consciencia Universal. Llámalo “ESO”. En el fondo, siempre es la misma experiencia. Una experiencia siempre extremadamente personal, y al mismo tiempo totalmente universal, que todos podemos compartir, más no enseñar, ni aprender, ni explicar, ni expresar con palabras de una forma completamente precisa.  Solamente puede ser experimentada, VIVIDA.

Y acaso, ¿no esa misma experiencia la que estamos buscando, a veces a ciegas, con cada una de las prácticas, hábitos y deseos que podemos considerar como más “mundanos” o “terrenales”? ¿Qué propósito tienen el juego, el baile, la música, el arte, el sexo, el deporte, las drogas, cualquier tipo de ocio, la lectura, irse de vacaciones, ganar dinero, gastarlo, la comida, contemplar la naturaleza, encontrarnos con nuestros seres queridos, o temidos, ver un partido de fútbol, que gane nuestro equipo, que pierda el contrario, beberse un café o un té, salir de compras, tomar el sol en la playa, etc., etc., etc.? ¿Qué es lo que con todo ello quiero experimentar? ¿Qué es lo que deseo SENTIR?

De nuevo, podemos ponerle el nombre que queramos, y el término parecerá variar con cada una de ellas. Paz, amor, gozo o placer, felicidad, abundancia, plenitud, sentimiento de autorrealización, disfrute, liberación, etc.. En el fondo, siempre la misma experiencia que aunque parece variar en matices emocionalmente muy diversos, todos esos matices en el fondo comparten rasgos muy similares. La única diferencia real, entre todas ellas, es el factor tiempo, junto con el factor intensidad. Es decir, lo único que varía es el período de tiempo que parece durar la experiencia en sí en nuestra conciencia, o la propia intensidad de la misma. El placer que parece aportarnos una buena comida, unas buenas vacaciones, una intensa relación sexual, un gran ingreso en nuestra cuenta bancaria, difiere simplemente en relación al tiempo que dura la experiencia de placer, el tiempo que permanecemos en dicha experiencia. Esto es así debido a que asociamos dicho placer, dicha felicidad, dicha paz, dicha abundancia y plenitud, con ciertas acciones, conductas o circunstancias concretas, material y fenomenológicamente hablando. Y cuando éstas se acaban… ¿Dónde se fue aquel gozo? Entonces decimos: “¡Hasta la próxima, amigo! Te espero hasta el mes próximo, cuando mi cuenta bancaria vuelva a aumentar!”, o: “¡Te espero hasta que aparezca mi próxima relación de pareja!”, o: “¡… mi próximo amante!”.

Más ese gozo, esa paz, esa plenitud, ese amor, sólo están ocurriendo porque en un momento dado así lo elegimos. Elegimos abrirnos completamente a esa experiencia. Y ESO no depende en absoluto de las circunstancias o de los fenómenos que estamos experimentando. ESO está siempre AQUÍ y AHORA, en nuestro interior, esperando a SER vivido incondicional y totalmente, a no ser que nosotros mismos elijamos ponerle ciertas condiciones… y ahí, entonces, empieza el juego, empieza el sueño, empieza la búsqueda. Mas toda búsqueda tiene irremediablemente un fin. Una vez dicha búsqueda alcanza su propósito o su objetivo, se acaba. Y a no ser que elijamos ponernos a buscar de nuevo haciéndonos creer que aún “falta algo” para que dicha experiencia sea completa, la experiencia seguirá siempre y en todo momento y lugar, disponible y plenamente accesible para ser vivida.

Ahora bien, si el propósito de cualquier conducta, pensamiento, emoción, fantasía, anhelo o deseo, es el de brindarnos dicha experiencia de Paz, Amor, Felicidad y Plenitud, ¿qué sentido tiene luchar contra dichos pensamientos, emociones o deseos? ¿Qué sentido tiene juzgarlos, y juzgarnos a nosotros mismos por tener dichos deseos, condenándonos a unos cuantos instantes más de penitencia, apartándonos unos minutos, horas o días más de dicha experiencia, cuándo lo único que dichos deseos están buscando es LO MISMO que nosotros, espiritual o trascendentalmente hablando estamos buscando? ¿Por qué no ver aquello que nos une y no aquello que nos separa? ¿Por qué no mirar con total aceptación, escucha y abrazando con total amor y compasión cada uno de los procesos que ocurren dentro de nosotros preguntándoles(esto es, preguntándonos): “¿Cuál es tu propósito, qué es lo que quieres, qué es lo que realmente estás buscando?”. En lugar de alejarnos de nuestro único y verdadero Propósito, a través del juicio, la tensión, la lucha y el castigo. ¿Por qué sentirnos culpables por tener ciertas ideas, cuándo lo único que esas ideas buscan es la realización del único propósito que podemos albergar en todo instante, en todo momento PRESENTE?

Pues no importa que hablen del pasado(de lo mal que lo hiciste, o de cuanto mejor podrías haberlo hecho, y cómo serían las cosas si así hubiese sido) o del futuro(de cómo podrían ser las cosas, de lo bien o mal que podrían salir). No importa si habla el miedo, o la culpa, o la rabia, o la tristeza, o la melancolía, o el entusiasmo, la excitación adrenalínica o el desenfreno. Pues siempre es la misma Voz, la Tuya, hablándose a Sí Misma, y pidiéndose lo que ya Tiene, lo que ya Es y que siempre ha sido y buscado, y que siempre será y encontrará. ¿Por qué no escuchar y abrazar plenamente, aceptar incondicionalmente y abrirse totalmente a esa petición, a ese deseo, que pese a las formas que parezca adoptar, en esencia, siempre está apuntando en la misma dirección?

Entonces, aquello que parecía ser un enemigo y amenazar nuestra paz y nuestra “búsqueda espiritual” o vital se convierte en nuestro aliado, pues nos recuerda qué es lo que realmente queremos. Y esa experiencia que anhelamos tras todo nuestro parloteo mental de negación y carencia, de búsqueda e impermanencia, está siempre esperando paz-ientemente a nuestra aceptación más total, a nuestro “¡SÍ!” más incondicional. No le estaremos diciendo SÍ a las condiciones físicas y espacio-temporales que mentalmente le estamos poniendo a esa experiencia, ni a los objetos con los cuales la vinculamos o condicionamos, sino a la Experiencia interna en sí misma que esos deseos o pensamientos buscan, no importando qué medios consideremos necesarios a priori para obtenerla.

Esa experiencia es nuestro SER, es lo que Somos y nunca puede sernos arrebatada ni verse amenazada, salvo en sueños de carencia y la posterior lucha para conquistarla una vez más, hasta la próxima victoria. Más en la Paz de ese Ser descansan todos nuestros sueños, anhelos y deseos, siendo la Fuente, el Origen y el Destino de los mismos y de todo cuanto hacemos, pensamos, deseamos y sentimos. ¿Por qué no bañarnos en la Fuente, en el Océano, de una vez por todas? Y quizás, primero tengamos que dejarnos llevar por la corriente, sin esfuerzo alguno, sin tensión, de uno de sus riachuelos. Pues no hay ningún otro lugar a dónde ir, ni hay ningún otro lugar dónde se pueda estar, más que en la Consciencia de la cual brotan toda imagen y pensamiento fugaz que parecen momentánea y temporalmente ensombrecerla, como una nube al Sol. Esa Consciencia, Eterna, Permanente, Siempre Presente, es lo que Eres, es lo que Todo Es, es lo que Somos.

Jorge Pablo Pérez

Tú Eres lo que estás buscando: la Autorrealización en la palma de la mano

Tú Eres lo que estás buscando: la Autorrealización en la palma de la mano

Todo en esta Vida tiene un mismo Propósito, más allá de la forma que cada aspecto de la misma parezca adoptar. Todas las cosas, tanto internas como externas, buscan realizar ese mismo Propósito, no importa la forma que adquiera la búsqueda en sí. La única diferencia, y es sólo una diferencia temporal, es si la cosa en sí se percibe a sí misma separada o bien formando una completa unidad con ese Propósito u objetivo que anhela alcanzar. Si se percibe como separada o carente, seguirá buscando hasta que termine por convencerse a sí misma de que ya lo ha encontrado. Si acepta percibirse a sí misma en unión con aquello que parecía desear, en ese momento toda búsqueda se acaba y simplemente se vive y se realiza esa condición de Unidad permanente con el objeto amado. Más esa Unidad ya existía, pues ES la Existencia misma.

Tan sólo la mente, en su identificación con los objetos, con lo temporal e impermanente, con la idea misma de separación, parece vivir esa idea cómo si se tratase de algo real. Una “realidad” en la que lo tuyo y lo mío, lo bueno y lo malo, lo digno y lo indigno, han de existir de acuerdo con un orden aparentemente preestablecido. Pero en cualquier caso, la mente está aceptándolo de manera constante, en cada instante, cómo verdadero.

Y toda esta valoración está teniendo lugar sobre el trasfondo de una mente que piensa que lo que piensa es real, cuando tan sólo se trata de pensamientos que vienen y van. Esos pensamientos dan lugar a emociones, percepciones y conductas, en su identificación con el tiempo y el espacio, y con acciones que han de realizarse de cara a obtener aquello que se anhela, una vez que sus condiciones hayan sido satisfechas. Entonces, y sólo entonces, se podrá tener la experiencia que se está buscando. Y tras reposar durante unos breves instantes en los frutos de esa experiencia, la mente vuelve a su vertiginosa actividad e incesante búsqueda de otra experiencia que parezca aún más lejana en el tiempo y aún más difícil de alcanzar.

¿Y qué propósito tiene toda esa búsqueda? ¿Qué propósito tiene cada una de esas acciones? ¿Qué propósito tiene todo ese esfuerzo? ¿Qué propósito tiene cada una de esas emociones que sentimos? ¿Qué propósito tiene cada uno de esos deseos que experimentamos? ¿Qué propósito tiene cada uno de nuestros pensamientos? ¿Qué es lo que están buscando y quieren alcanzar, más allá de todas las condiciones que han sido establecidas para el logro de ese objetivo que persiguen?

Detente, por un instante, y pregúntate: ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Qué es lo que realmente deseo y busco alcanzar?

Indaga cada vez más profundamente en cada deseo, permitiendo que el deseo mismo, en toda su profundidad, te conduzca hacia ese Propósito que tanto anhelas y por el cual dedicas tanto esfuerzo cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo de tu vida. No juzgues el deseo por las formas que parezca adoptar, por las condiciones físicas, alcanzables o inalcanzables según tú, que parezca adoptar, ni por el tiempo que pueda parecer que requiere su realización. Simplemente, aquí y ahora, permítete gozar de ese deseo, de ese pensamiento, de esa emoción, en toda su intensidad y profundidad, hasta que llegue al punto en el cual se haya unido con Aquello que buscaba alcanzar. Entonces, permite que Aquello te alcance a ti. Todo eso está ocurriendo dentro de tu mente, en tu interior. ¿Y no es acaso en ese lugar dónde ocurren todas las cosas, dónde nacen y dónde mueren, dónde empiezan y dónde acaban?

No importa la forma o las características que una determinada emoción, acción, deseo o pensamiento parezca adoptar. Su propósito, al igual que el tuyo, siempre es el mismo. No importa si se trata de pensamientos amorosos o no amorosos, pacíficos o coléricos, tristes o felices, negros o blancos. Todos buscan lo mismo. Todo es o bien una expresión y extensión de ese amor del que ya goza la mente, o bien una petición o búsqueda de ese amor mismo. Entonces, ¿por qué no permitir a aquello que busca y anhela, encontrarse con Aquello que busca y anhela? ¿Por qué no permitir que se fundan en un tierno abrazo?

Tan sólo se trata de permitir, sin juzgar, aceptando totalmente cada aspecto de nosotros mismos y de la Vida que vive a través y alrededor nuestro, sin mantener separado ninguno de esos aspectos de la misma Vida y la Consciencia que los vive y que los ha creado. Sólo así podrá vivirse esa inmanente condición y estado de Unidad que existe entre todas las cosas, más allá de la forma que adquieran. Y sólo así podremos vivir nosotros mismos esa Unidad, pudiendo realizar y reconocer un simple hecho: que eso que buscábamos ya estaba en nosotros, ya lo Somos. Y la experiencia que buscamos únicamente tiene lugar cuando nos abrimos a ella plena e incondicionalmente.

Por lo tanto, no juzgues ni rechaces nada de lo que experimentes. Simplemente atiéndelo, acéptalo, abrázalo, y permite que te conduzca, o permítete conducirle, que es lo mismo, a ese santo lugar hacia el cual se dirige, y del cual pareció separarse por un instante. Ese lugar es el Amor mismo, que tú Eres y que Todos Somos. El Ser-Uno, Dios, la Vida, que tan sólo puede Ser. Ser Amor, Paz, Felicidad sin límites, y cuya Respuesta siempre es la misma, ante toda forma y toda experiencia con la que se encuentra y que vaya a su encuentro: Amor. Tan sólo puede amar. ¿Por qué no empezar por amarte tanto, y amarlo todo, tal y cómo es, permitiendo que el Amor mismo funda todas las cosas en su Eterno, Incondicional e Ilimitado Abrazo?

Permítele a cada aspecto, cada cosa, cada objeto, cada persona, cada ser, cada pensamiento, cada deseo, cada emoción, cada recuerdo, que te cuente QUÉ ES lo que REALMENTE QUIERE, qué está buscando, qué desea alcanzar. Y entonces, pregúntate: ¿es acaso ESO lo mismo que yo deseo y que realmente quiero? Y si es así, ¿por qué no permitir que nos sea dado? Entonces descubrimos la maravillosa verdad y experiencia de que Todo Es Uno, de que Todos Somos Uno, pues Todo busca y Todos buscamos lo mismo. Todo es lo Mismo, va hacia el Mismo sitio, y vuelve al Mismo sitio.

Cómo dice “Un Curso de Milagros”: “Permite que este año(o este día, esta hora, este instante) sea diferente, haciendo que todo sea lo mismo”.

Jorge Pablo Pérez

Artículo publicado en la Revista VERDEMENTE, nº171, Septiembre 2013

mujercesped

El Amor es el Camino para Ser Quien Somos

Nada en este mundo puede hacerte ningún daño, a menos que así lo creas. Nada en este mundo puede afectar en lo más mínimo a Aquello que tú realmente Eres, a menos que te identifiques con aquello que no puedes ni nunca podrás llegar a ser, en absoluto. Lo que realmente Eres, lo que realmente Somos y que compartimos en total y constante Unidad es y siempre será completamente invulnerable. ¿Cómo puede lo que es Uno, lo que goza de completa Igualdad y que comparte una Única Identidad, fragmentarse, atacarse a sí mismo y comportarse como si tuviera distintas partes que se encuentran divididas y en lucha entre sí?

¿Cómo podrían las aguas de una misma Fuente intentar destruirse a sí mismas, o ir en contra las unas de las otras, de tal forma que su cauce acabase siendo caótico o inexistente? Pues en el Río que es la Vida no hay ni siquiera “aguas”, tan sólo hay Agua. Y aquello que goza de una misma identidad, esencia e integridad, como las distintas moléculas de agua de una gota de agua, y las distintas gotas de agua que forman el agua de un río, o de un lago, o de un mar, o de un océano, o del vapor en el aire, aquello nunca podría verse en absoluto separado o en lucha consigo mismo a no ser que así eligiese aparentar estarlo, aunque tan sólo temporalmente. Pues todo al final vuelve a la Quietud, más allá de todo temporal alboroto.

Y el tiempo no existe, más que en la mente que intenta a toda costa pensar finitamente. La mente intenta recordar un pasado y vislumbrar un futuro, más lo único que está haciendo realmente es imaginarlos a ambos en el único tiempo e instante que existe: el Presente.  El tiempo y el espacio son lo mismo. Y el único espacio y el único tiempo que existe es el que hay entre dos pensamientos, ideas o percepciones. Más esas ideas derivan su sensación de existencia y realidad del poder con el que les dota la mente que las piensa. De por sí no podrían existir.

¿Y qué existe en ese espacio, en ese tiempo, entre esos dos pensamientos o percepciones, cualesquiera que sean? Silencio. El más absoluto Silencio. Paz, Amor, Dicha, Plenitud. Y dentro de ese espacio sin límites la mente vuelve a optar por crear e identificarse con una idea concreta, y con la que vino antes, y con la que vendrá después, estableciendo comparaciones infinitas, para percibirse de nuevo separada y fragmentada en una innumerable legión de ideas contradictorias y en conflicto y sin sentido alguno. Más todas ellas tienen un Único Sentido y un Único Propósito. Todas ellas tienen un Único Origen y un Único Destino del cual emergen y en el cual desaparecen. Su Fuente es la Mente en la cual parecen morar durante un instante.

Esa Mente, esa Consciencia, no tiene fronteras, no tiene límites, no está dividida. Todo pensamiento, toda idea, toda emoción, toda sensación, nacen y vuelven a fundirse en su Fuente, pues tal es su Origen y su Destino. Al igual que todas las aguas de todos los ríos y lagos y de todos los casquetes polares tienen su origen en el Océano, y que por evaporación o por condensación parecen separarse del Mismo, siempre acaban volviendo a Él una vez más, y comparten con Él, a lo largo de todo su viaje, Su misma esencia. Y solamente existe un Único Océano, pese a los distintos nombres que se le quieran dar. Y al igual, solamente existe una Única Mente, un Único Ser. Y ese Ser es lo que tú y yo Somos, y lo que todas las cosas que puedas ver, tocar, percibir, sentir, pensar o imaginar, Son.

¿No es acaso la mente con la que piensas siempre la misma, pese a que a veces elija pensarse a sí misma de maneras distintas? ¿No es ese espacio en el cual emergen y en el cual desaparecen todos tus pensamientos siempre el mismo? El Silencio es Silencio. La Quietud es Quietud. La Paz es Paz. El Amor es Amor. Y no hay ninguna forma de que sean, en ningún momento, algo distinto. Lo único distinto y que parece cambiar, son los pensamientos que parecen ocupar ese espacio de Plenitud total del cual brotan. Y la mente, en su empeño por hacerlos reales o por hacerlos desaparecer, como si confirmasen o amenazasen su seguridad, se aferra a ellos o se defiende de ellos intentando que alguna u otra idea o identidad sobreviva al resto.

Más, ¿qué es lo que hace el Silencio con todo eso, con todo ese juego que se juega en la mente? ¿Qué hace la Quietud del fondo del Océano ante toda esa frenética agitación que ocurre en las olas de su superficie? ¿Qué hace la Paz mientras dura toda esa pelea infantil y todo ese griterío sin sentido? ¿Qué hace la Dicha ante todas esas lamentaciones? ¿Qué hace el Amor, mientras todo ese miedo, ese odio, esa guerra y esa separación parecen tener lugar y afirmar y defender su existencia, pidiendo al Amor mismo que les ame y les proteja de todo el mal, el peligro, el castigo y la culpa que les acechan en cada instante? El Silencio, la Quietud, la Paz, la Dicha, el Amor, ante todo ese movimiento incesante, tan sólo pueden seguir Siendo lo que Son, y obrar en armonía y coherencia con lo que Son, contemplando a todo ese patio de niños alborotados en su total Inocencia. ¿Qué hace el Amor? Tan sólo Amar ¡No puede hacer otra cosa!

¿Estás dispuesto tú también a hacer únicamente ESO? ¿Estás dispuesta a reconocer tu Herencia, tu Origen y Destino, tu Voluntad, y a unirte a Ese Único Propósito, tú Único Propósito y el de Todas las cosas? El Amor, que es Paz, que es Felicidad y que es Plenitud, te invita en cada instante a que contemples junto a Él todo lo que piensas, todo lo que sientes, todo lo que ves, lo que oyes, lo que tocas, lo que percibes, y en un acto de total Confianza permitas que todas las cosas se fundan en Su cálido y amoroso abrazo, para no volver nunca más a molestarte ni a perturbarte, en el Re-Conocimiento de que ese Amor Es lo que tú Eres.

Ama y descubrirás Quién Eres. Ama y no contemples ninguna diferencia y gozarás de plenitud. Ama y sabrás lo que es estar en Paz. Ama y sabrás lo que es la Felicidad. Ama y serás libre, pues no tendrás nada que temer.

Jorge Pablo Pérez

SER QUIEN SOY
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.